Estoy cansada, ¿cansada? el
término no refleja la intensidad del sentimiento. Retrocedo. Tengo un hartazgo
que preña mis vísceras de ira contenida. Hartazgo de las personas desleales,
interesadas y que cargan con la pesada máscara de pretender mostrar lo que no
son. ¿No comprendéis que está resquebrajada por todos lados y que cada grieta
supura mentira? Que no hay goma capaz de sostener ese disfraz de forma
perpetúa, que ya se os distingue como raza.
Sois aquellos que embaucáis a la
gente con una falsa dulzura, que usáis la misma sonrisa para la burla y para la
complicidad. Aquellos cambiantes como camaleones que os adaptáis al oportuno
oportunismo. Incapaces de comprometeros con nadie para que no descubran vuestra
pobreza de alma. Rectáis y no sabéis lo
que es el camino recto. Exigís lealtades ciegas mientras afiláis vuestros
cuchillos para atravesar la entrega de
quienes acaban siendo cadáveres en vuestro camino. Adoptáis ese rol de
individuos interesantes y perdéis tanto tiempo tratando de ocultar el vacío de
vuestro maniquí que se os olvida que lo podáis haber empleado en dotarlo de un
mínimo de conocimiento.
Sois copia y pega. No sabéis
decir gracias, ni por favor, mucho menos un lo siento. Y en cualquier caso para
qué serviría si también sería falso.
Usáis vuestros dramas pasados y
esa aparente fragilidad para tejer con tela de araña los finos hilos con los
que sujetáis a las marionetas que
sometéis. Robáis tiempo y vidas mientras valoráis vuestros segundos como si de
oro fueran. Reverberáis vuestras vidas a costa de hacer mates las de los demás.
Os enfadáis con el remordimiento al que solo le dais la tregua para aparecer
durante unos segundos nocturnos y volvéis a dormir porque sois también presas
de las excusas de vuestra mentira.
Parecéis bruñidos pero bajo ese pellejo solo hay una sombra putrefacta. Y
es que vuestro corazón es como el estómago de un carroñero.
Y es por eso que cada día me
aferro más al cristal de los transparentes. A esos que vosotros miráis por
encima del hombro, con sonrisas paternalistas en su presencia y carcajadas de
hiena cuando os dan la espalda.
Me enriquecen aquellos pringados
tan valientes que son capaces de mostrarse como son. Así, tal cual. Y me
hastiáis vosotros y vuestro elitismo y de la simpleza de vuestro traje de
interesantes solo puedo adolecerme.
Y no, no estoy enfadada con la
vida. Vosotros me hacéis ver la suerte que tengo por haber llegado a este
punto pudiendo asegurar que he elegido
tan bien a quien me rodea. Por sentirme orgullosa de haber entregado mis
afectos a quienes merecen tanto la pena. Me siento plena y afortunada y me
entristece de veras saber a ciencia cierta que vosotros, las hienas, jamás
podréis alcanzar una conciencia serena.
Sica yo que venía buscando un álbum de halloween, jajaja.
ResponderEliminarA las Hienas no hay que prestarle atención, pobres no tienen vida y come la sobra de los demás.
Sica yo que venía buscando un álbum de halloween, jajaja.
ResponderEliminarA las Hienas no hay que prestarle atención, pobres no tienen vida y come la sobra de los demás.
El álbum me parece a mí que va ser post Halloween ;) Aunque es sencillo para que esté al alcance de todo el mundo estas semanas ando super justa de tiempo. Las hienas son raza a parte, no entran en mis afectos, pero molestan un poco ;)
EliminarSí que molestan esas hienas, pero no te preocupes que con el tiempo se comerán entre ellas.
ResponderEliminarEl éxito de las hienas radica en que van de rapiña juntas, pero cuando no hay donde saquear ellas se comen unas a otras.
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